MATARON... PERO DIOS LO RESUCITÓ”
Los discípulos a la tumba vacía
(cf. Jn 20,1-9, Dom. Resurrección, A)
09 abril 2023 Pbro. Raymundo Muñoz Paredes Basílica de Ntra. Sra. de la Caridad
Muy amadísimos hermanos en el Señor Jesús:
Hoy, domingo de Pascua, estamos celebrando la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
La Palabra de Dios, proclamada en este día, nos anuncia el mensaje de la tumba vacía, que hace surgir en los discípulos la fe en la Resurrección del Señor.
Así pues, ¿cómo ocurrieron los hechos? ¿qué provocó en los discípulos la fe? ¿cómo salir del sepulcro del mal? Veamos.
1. ¿Se robaron el Cuerpo de Jesús?
San Juan nos refiere que el primer día de la semana, muy de madrugada, María Magdalena fue al sepulcro y vio removida la piedra que lo cubría (20,1). Notemos que la visita a la tumba expresa el amor que ella profesa a Jesús y el respeto por sus restos mortales.
Ella pensaba que alguien había robado el cuerpo de Jesús (cfr. Jn 20,2b). Así que, inmediatamente, fue a avisar a Pedro y a Juan.
2. La prueba de la resurrección
Al enterarse del hecho, Pedro y el discípulo amado, fueron aprisa hacia el sepulcro. Pero como este corrió más rápido, llegó primero al sepulcro, se inclinó, vio los lienzos pero no entró. A pesar de ser más rápido, dio su lugar a Pedro, como cabeza de los Doce.
En eso llegó también Simón Pedro, contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario doblado aparte. Con estos datos él descartó la hipótesis del robo que planteaba María Magdalena. Si alguien quisiera robar un cadáver en descomposición, ¿le quitaría primero las vendas y doblaría el sudario en sitio aparte? A todas luces esto es muy improbable.
Sin embargo, fue el otro discípulo, el que había llegado primero, quien trascendió los datos, porque vio y creyó, (cfr. Jn 20,8). ¿Cómo estaban las vendas y el sudario? San Juan vio algo que nosotros no alcanzamos a ver. Ciertamente, él vio que el cuerpo de Jesús se había liberado milagrosamente del vendaje fúnebre y creyó (cfr. Jn 19,40).
Tal vez pensamos que es una prueba muy simple y, de hecho, así lo es. Pero no olvidemos que al llegar a la tumba San Juan se inclinó, es decir, no solo se agachó, sino también se abajó ante la manifestación de Dios, y fue capaz de descubrir a Cristo resucitado en un pequeño detalle de la vida.
Una vez más la Palabra de Dios nos enseña que Él se esconde a los soberbios y se descubre a los sencillos. Esto nos plantea un gran reto en este tiempo de Pascua: renunciar a pedir manifestaciones extraordinarias de Dios y aprender a encontrarlo en la vida cotidiana, como lo es el trabajo, en el estudio y hasta en la enfermedad.
3. Vivir en la luz
En el Evangelio se hace una fuerte denuncia: Mientras María Magdalena busca a Jesús en la oscuridad del sepulcro, Él ya ha resucitado y camina en la luz. En este sentido, creer en la Resurrección de Jesús es caminar en la luz.
Pero, ¿qué significa entonces vivir en la luz? Al resumir la vida de nuestro Señor Jesucristo, el Apóstol San Pedro dice que, después de haber sido ungido con el poder del Espíritu Santo, pasó por éste mundo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el Diablo (cfr. Hch 10,38). Por tanto, caminar en la luz significa vivir apartando a la gente del mal y haciendo las obras que a Dios le agradan.
No dejemos que los cristianos vivamos en el sepulcro de la incredulidad, del pecado, del egoísmo y de la muerte. Trabajemos por un mundo donde las decisiones que regulan la convivencia humana estén hechas para conseguir el mayor bien del prójimo.
Que la celebración de la Resurrección de Cristo nos lleve a una “pascua viviente”, de renuncia al mal y de encuentro luminoso con “Cristo vivo” en la vida cotidiana.
¡ Que así sea !
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