“Y nadie pregunta, si sufro, si lloro, si tengo una pena, que hiere muy hondo…”, es parte de la canción “El cantante”, el gran regalo que tuvo el astro de la salsa, Héctor Lavoe, por parte de su amigo Rubén Blades cuando atravesaba una crisis personal y que representa su renacimiento.
“El Cantante”: historia de la canción de Héctor Lavoe
“La voz”, como también se le dice a Héctor Lavoe, grabó “El cantante” para su disco “Comedia” de 1978. El éxito llegó a él por intervención de Willie Colón, quien convenció a Rubén Blades de otorgarle el tema.
Tras su despegue como cantante, Héctor Lavoe, quien perdió a su madre cuando tenía 3 años de edad, atravesó una crisis personal en la que vivía una profunda depresión y adicción a las drogas. Su carrera se había opacado y ya llegaba tarde a los conciertos, a grabar y terminó abandonando una gira.
El “cantante del pueblo” estuvo en rehabilitación y los pronósticos sobre su carrera apuntaban a que ya había terminado. Su amigo y compañero, con quien inició en los escenarios, Willie Colón intervino para rescatarlo y lo hizo con la canción que Rubén Blades tenía en sus manos y planeaba grabar.
Colón escuchó la letra que compuso Blades y le insistió en que se la diera a Lavoe. El segundo accedió y el tema dio la oportunidad a Héctor de resurgir. De acuerdo con lo que Rubén ha contado, tuvo recelo en ceder su tema, pero más tarde terminó aceptando que su compañero le daría un toque más real porque la canción narraba lo que estaba viviendo en esos momentos.
Rubén Blades y Héctor Lavoe
En “El cantante”, el protagonista esconde sus pesares ante los espectáculos que brinda, pero una vez que el show termina, es “otro humano cualquiera”.
Y sigo mi vida
Con risas y penas,
con ratos amargos
y con cosas buenas
Yo soy el cantante
y mi negocio es cantar
Y a los que me siguen
Mi canción voy a brindar
Más de “El cantante”
El tema también es un desafío de Lavoe a los que daban por terminada su carrera y desde entonces lo llamaron “El cantante de los cantantes”.
El resplandor del intérprete continuó hasta mediados de los 80, cuando una serie de situaciones mermaron en su ascenso y fueron el arranque de una nueva caída.
En 1987 se incendió su departamento en Queens y para salvar su vida saltó al vació desde un tercer piso; terminó con fracturas en el cuerpo. Poco después, su suegra fue asesinada; la quería como una madre, no pasó mucho cuando su hijo mayor murió por el disparo involuntario de un amigo.
En esa misma década le diagnosticaron el SIDA y murió en 1993 por un infarto debido a la complicaciones de la enfermedad.
Comments